En el columbario del Panteón La Asunción, en Cuernavaca, Morelos, el arte sacro se convierte en consuelo. Instalamos un vitral de más de 3 metros de altura con la figura de la Virgen de la Asunción, símbolo de esperanza y guía espiritual para quienes visitan a sus seres queridos.

Este espacio fue pensado como un refugio de paz. Durante el día, la luz atraviesa los tonos del vitral y pinta el columbario con colores cambiantes, según la hora y la posición del sol. Es un fenómeno sutil, pero profundamente humano: la luz entra, se transforma… y acaricia.

Cada rayo proyectado sobre los nichos, sobre el suelo, o sobre la piel de quien lo visita, transmite algo que va más allá de lo visible. Un recordatorio de que el amor no termina con la ausencia. Y que el arte, cuando es sagrado, puede acompañar en los momentos más íntimos del alma